ISSN DIGITAL 2953-4739
Revista de Seguridad Operacional #4
(ago 2023-feb 2024): [10-12]
ark:/s29534739/rlyn8hkah
ART�CULO DE DIVULGACI�N
Las normas no est�n para cumplirse
Rules are not meant to be complied with
Iago Novidelsky. Ingeniero ferroviario. Universidad Tecnol�gica Nacional, Argentina. [email protected]
Resumen
En este trabajo se analiza la naturaleza de las regulaciones y la forma en la que los usuarios las comprenden. Asimismo, se aborda la metodolog�a bajo la cual se explican y modelan los accidentes e incidentes de transporte en la Rep�blica Argentina en funci�n del cumplimiento de la Ley 27514.
A lo largo del art�culo, se discute la creencia arraigada de que una norma existe solamente para ser cumplida. Por el contrario, se sostiene que una norma es creada, concebida y revisada para convertirse en una herramienta efectiva para lograr un objetivo concreto.�
Abstract
This paper analyzes the nature of regulations and the way in which users understand them. It also discusses the methodology under which transportation accidents and incidents in Argentina are explained and modeled in terms of compliance with Law 27514.
Throughout the article, we discuss the deep-rooted belief that a regulation exists only to be complied with. On the contrary, it is argued that a rule is created, conceived and revised to become an effective tool to achieve a specific objective.
Palabras clave: An�lisis Normativo - Seguridad Operacional - Transporte Ferroviario - Investigaci�n de Accidentes - Prevenci�n.
Keywords: Regulatory Analysis � Safety - Railway Transportation - Accident Investigation - Prevention.
Recibido: 11/10/23
Aceptado: 27/11/23
Este trabajo est� bajo una Licencia Creative Commons Atribuci�n 4.0 Internacional
Si solo se tratara de cumplir la norma, �por qu� nos cuestionamos sobre c�mo lograr sus objetivos? Cuando uno recurre a una ley, norma t�cnica, manual o procedimiento, se encuentra normalmente con subt�tulos referidos a su alcance, prop�sito, funci�n, finalidad, entre otras cuestiones. De no ser as�, ser�a juicioso pensar que no se est� frente a una �buena norma�.
Ahora bien, �qu� constituye una �buena norma�? Considerando que su construcci�n se basa en el conocimiento y en los objetivos planteados por sus autores, podemos afirmar que no consiste en una verdad revelada en t�rminos b�blicos, sino m�s bien en la manifestaci�n de una necesidad real, originada en un contexto determinado.
Los problemas que enfrentamos, y me atrevo a decir que superamos como seres humanos, pueden resolverse de diversas formas. No obstante, lo que nos distingue de los animales es nuestra capacidad de aprender y transmitir ese aprendizaje.�
Dicha habilidad nos otorga la ventaja de no tener que descubrir soluciones desde cero en un ciclo interminable, evitando as� un tipo de sisifismo1 de la supervivencia. Cuando uno recurre a una norma, y se encuentra con su funci�n, se puede asumir que, de todas las posibles soluciones, se adoptaron las que se creyeron m�s convenientes en un momento dado.
Las normas son una de las herramientas que empleamos en las organizaciones para generar restricciones y condiciones de contorno sobre c�mo hacer las cosas. Es importante destacar que existe un riesgo en quedarnos con una sola forma de obrar, ya que esta representa una realidad espec�fica, un estado particular de un sistema inmerso en un medio en constante fluctuaci�n.�
En Ten Questions About Human Error (2004), Sidney Dekker expone una caracter�stica fundamental de la realidad de los sistemas sociot�cnicos complejos, como los sistemas de transporte. El autor indica que los sistemas son parte de un universo y, por lo tanto, est�n inmersos en un entorno. Dicho entorno, a su vez, experimenta cambios, que pueden abarcar aspectos como la econom�a, la cultura, la tecnolog�a, los valores, entre otros. Cuando un sistema no se adapta a estos cambios, se a�sla de su entorno y termina muriendo.
Si una norma se transforma en un obst�culo para lograr los objetivos propuestos a lo largo del tiempo, podr�amos argumentar que se convierte en una "mala norma�. Si ya no refleja ni abarca los caminos necesarios para mantener la funcionalidad del sistema, entonces deja de ser coherente con la realidad a la que intenta aportar un conocimiento adquirido para la concreci�n de los objetivos propuestos.�
Veamos un ejemplo. En el marco de los procedimientos que se aplican en muchas organizaciones para la evacuaci�n en casos de incendios, se recomienda que las personas permanezcan agachadas para reducir la cantidad de part�culas t�xicas respirables presentes en el aire. Esta medida parte de la premisa de que el humo caliente tiende a subir y, por lo tanto, las proporciones de part�culas no deseadas son menores cerca del suelo. Ahora bien, esta idea surgi� en un contexto donde la mayor parte de las instalaciones o edificios pose�an estructuras o amoblamientos de madera, cuya combusti�n produce dicho efecto. Sin embargo, nuestros sistemas han cambiado y, hoy d�a, parte de estas instalaciones cuentan con una gran cantidad de componentes pl�sticos.�
El comportamiento de los distintos pol�meros en un incendio es un tema en constante investigaci�n y no se puede asegurar que la premisa postulada en el p�rrafo anterior siga siendo adecuada.
M�s all� de la validez de la idea de que el aire en estratos inferiores posee menos compuestos indeseables para la respiraci�n, veamos lo estipulado en el art�culo cient�fico: Solid particle deposition of indoor material combustion products, de A.O. Zhdanova et al. (2022). En este, los autores profundizan sobre el desarrollo de nuevos mecanismos y elementos activos que permiten acelerar el ritmo de deposici�n de las part�culas presentes en los humos pesados, logrando su acumulaci�n en el suelo y disminuyendo su concentraci�n en el aire a la altura en la que solemos respirar.�
En caso de que una organizaci�n implementase dichos mecanismos, �qu� suceder�a si se mantiene el procedimiento de agacharse durante una evacuaci�n? Indudablemente, podr�a generarse un resultado indeseado, ya que lo que se consideraba una zona �m�s segura�, ahora se convertir�a en una zona �menos segura�.
Cuando se toman decisiones que impactan en el entorno de una operaci�n, cuestionarse si los procedimientos elaborados en el pasado pueden tener efectos no deseados en el contexto actual, resulta de vital importancia en materia de seguridad.�
Volviendo a la reflexi�n inicial, las normas reflejan la intenci�n de sus creadores. As� est�n escritas en piedra, papel o en c�digo binario, resultar�a risible asumir que pertenecen al �mbito de lo inescapable. Claro est� que su raz�n de ser puede derivar de un consenso un�nime, debidamente justificado y respaldado por las partes relevantes para su aplicaci�n. Sin embargo, lo verdaderamente relevante aqu� es su prop�sito, motivo y funci�n.
La creencia arraigada de que una norma, que incluye una introducci�n sobre su funci�n espec�fica, est� para ser cumplida es un error. La norma no fue redactada con la intenci�n de ser cumplida per se; fue creada, concebida y revisada para convertirse en una herramienta efectiva para lograr un objetivo concreto.
Cuando afirmamos que la funci�n de la norma es �nicamente ser cumplida, pierde autom�ticamente toda validez. Para ser �til, su cumplimiento ser�a condici�n suficiente y necesaria. En el caso inverso, ser�a in�til si no se cumpliera.
No obstante, la mera ejecuci�n de las normas no garantiza su utilidad. Estas plantean un desaf�o importante, son representaciones de conocimientos y, seg�n Marshall McLuhan en Laws of Media: The New Science (1988), por naturaleza son obsoletas y obsolescentes. A pesar de ello, son esenciales para gobernar los sistemas contempor�neos y, al mismo tiempo, permitir la existencia de sistemas futuros.
Las normas pueden ser �tiles, pero para que lo sean, debemos comprender su naturaleza, su composici�n, su funcionamiento y las interacciones a trav�s de las cuales emergen las propiedades de los sistemas en los que se aplican.
Retomando el prop�sito de este texto, las investigaciones de seguridad operacional no tienen el deber de considerar estas reflexiones, ya que no estar�an infringiendo ninguna regla de no hacerlo. Pero, si nos mantenemos dentro de los l�mites que se definieron para la concreci�n de los objetivos del organismo, e intentamos aprender y analizar desde nuevas perspectivas, tampoco estar�amos por fuera de la norma.�
Las leyes o normas t�cnicas, incluso aquellas que parecen tan alejadas de la opini�n subjetiva, forman parte de un sistema que necesita ser analizado y modelado para comprender las circunstancias en las que obtenemos resultados no deseados. Si no evaluamos y reflexionamos acerca de si las limitaciones que establecemos se ajustan o no a los requisitos que planteamos para nuestro sistema, tanto en su estado actual como en el que deseamos alcanzar, perderemos la oportunidad de encontrar lo que realmente buscamos.
En suma, el desaf�o de analizar la capacidad de una norma t�cnica de acercar a una organizaci�n a la concreci�n de un objetivo, de c�mo se relaciona con las dem�s normas y, m�s importante a�n, c�mo interact�a con la realidad en la que se aplica, no deber�a permitir la existencia de los axiomas de que �las normas est�n para cumplirse�, ni de que una �buena norma es aquella que se cumple�.�
La norma est� y debe ser evaluada para lo que pretende hacer. Si se la reduce al valor del deber, el cuerpo de normas jam�s ser� representativo de la realidad, sino de la suma de aspiraciones que se tiene sobre lo que ser�a un mundo ideal, donde la capacidad de moldear el universo depender�a tan solo de un papel y una pluma.
Referencias Bibliogr�ficas
A.O. Zhdanova, R.S. Volkov, G.V. Kuznetsov, N.P. Kopylov, S.N. Kopylov, E.Yu. Syshkina, P.A. Strizhak (2022). Solid particle deposition of indoor material combustion products. Process Safety and Environmental Protection. Volumen 162, 494-512. https://doi. org/10.1016/j.psep.2022.04.033�
Dekker, S. (2004). Ten Questions About Human Error. A New View of Human Factors and System Safety (1� ed.). CRC Press.
McLuhan, M. and McLuhan, E. (1988) The Laws of Media: The New Science. University of Toronto Press, Toronto.